“Si yo hubiera nacido príncipe”

Sin duda es un gran honor ser hijo de un rey. ¿Cuánto más ser hijo o hija del Rey más grande de todos?

Por JENSEN DG. MAÑEBOG

(Traducido al español por BEN MARK A. ENRIQUEZ)

¿CÓMO SE SENTIRÍA USTED si descubriera que es un hijo o hija legítima de un rey?

Teniendo en cuenta lo difícil que es ascender de un nivel socioeconómico a otro, muchos a veces simplemente desean, como una forma de escaparse o una expresión de descontento, haber nacido en una familia real, tener relaciones de sangre con el rey o reina de un cierto reino o monarquía.

Si tal sueño es demasiado imposible, otros se conformarían, aunque también sea poco probable,  con tener vínculos con alguien de la realeza a través del matrimonio. Numerosas películas de ficción han utilizado y vendido esta trama una y otra vez, especialmente porque están dirigidas a espectadores que de alguna manera fantasean con tener un destino de cuento de hadas pasando de la pobreza a la riqueza. Indudablemente, muchos, si no todos, querrían al menos probar las ventajas que conlleva ser miembro de la realeza.

Sin duda, es un gran honor ser hijo de un rey. ¿Cuánto más ser hijo o hija del Rey más grande de todos?

La Biblia prueba que los verdaderos cristianos son los miembros genuinos de la familia de Dios, el Rey de reyes (1 Tim. 6:15). Para los miembros de la Iglesia De Cristo que fue redimida por la sangre de Cristo (Hechos 20:28 Traducción Lamsa), la Biblia dice:

“…ahora comparten con el pueblo santo los mismos derechos, y son miembros de la familia de Dios.” (Efe. 2:19 Dios Habla Hoy)

“…recuerden que en ese tiempo ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. (Efe. 2:12-13 Nueva Biblia De Las Américas)

Contrario a la creencia común, Dios no considera a todas las personas como Sus hijos. Si bien es cierto que todos fueron creados por Él, las personas que fueron corrompidas con los pecados “no son Sus hijos” (Deut. 32:6, 5). Y dado que todas las personas pecaron excepto Cristo (Romanos 3:23; 1 Pedro 2:21-22), convertirse en hijos de Dios se convirtió en un “derecho” otorgado exclusivamente a las personas que recibieron y creyeron en Cristo:

“Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.” (Juan 1:12-13 LBLA)

Y para distinguir a aquellos que realmente creen en Él, Cristo mismo dijo: “ Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas.” (Juan 10:26 LBLA). Las ovejas de Cristo (aquellos que creen verdaderamente en Cristo y por tanto son los únicos que son identificados por la Biblia como los hijos de Dios) se encuentran en “un rebaño” (Juan 10:16) que es la Iglesia De Cristo (Hechos 20:28 Lamsa).

Afortunados, por lo tanto, son los miembros de la Iglesia De Cristo en estos últimos días, ya que Dios les considera y se dirige a ellos como “mis hijos desde lejos y a mis hijas desde los confines de la tierra” (Isa. 43:5-6 LBLA), porque como tales, son sus legítimos “herederos” (Rom. 8:16). Esto significa que, dado que son Sus hijos, son Sus herederos, herederos  con Cristo (Rom. 8:17). En esta vida, Dios no les abandona, porque en medio de los problemas cuando Le llamen, Él responderá sus oraciones (Zac. 13:9).

Por tanto, aunque los miembros de la Iglesia De Cristo jamás tengan la oportunidad de ocupar puestos gubernamentales importantes o comandos militares como lo hacen los miembros de la realeza en las monarquías absolutas; aunque no figuren en las grandes funciones ceremoniales como practican las realezas en las monarquías constitucionales; y aunque no vivan en palacios, ellos, siendo hijos de Dios, el Rey de reyes, tienen la mayor herencia que esperar: la vida eterna en la gloriosa Ciudad Santa donde no habrá más muerte, ni pena, ni llanto ni dolor (Apoc. 21:1-4).

Los verdaderos cristianos poseen el reino más grande en el que reina su Padre, el Rey más grande. Por lo tanto, componen una familia que es regiamente más grande que cualquier otra, porque son “una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, el propio pueblo de Dios.” (1 Pedro 2:9 Revised Standard Version*).

Traducido del: inglés.